Traducido por Varignia Montalbetti, con la autorización de Peter Gray Ph.D.

Artículo original en: https://www.psychologytoday.com/intl/blog/freedom-learn/200808/children-educate-themselves-iii-wisdom-hunter-gatherers

Durante cientos de miles de años, hasta el momento en que se inventó la agricultura (hace apenas 10.000 años), todos éramos cazadores recolectores. Nuestros instintos humanos,  incluidos todos los medios instintivos a través de los cuales aprendemos surgieron en el contexto de esa forma de vida. Por tanto es natural que en esta serie sobre las formas instintivas de los niños para educarse a sí mismos me pregunte: ¿Cómo aprenden los niños cazadores recolectores lo que necesitan saber para convertirse en adultos eficaces dentro de su cultura?

En la última mitad del siglo XX los antropólogos localizaron y observaron muchos grupos de personas – en lugares remotos de África, Asia, Australia, Nueva Guinea, América del Sur y otros lugares –  que habían mantenido una vida de caza y recolección casi sin verse afectados por formas modernas. Aunque cada grupo estudiado tenía su propio idioma y diferentes tradiciones culturales, se encontró que los diversos grupos eran similares en muchos aspectos básicos, lo que nos permite hablar de “la forma de vida de los cazadores-recolectores” en singular. Donde quiera que se encontraran, los cazadores-recolectores vivían en pequeñas bandas nómadas (de aproximadamente 25 a 50 personas por banda), tomaban decisiones democráticamente, tenían sistemas éticos que se centraban en los valores igualitarios y el intercambio, y tenían ricas tradiciones culturales que incluían música, arte, juegos, bailes e historias tradicionales.

Para complementar lo que pudimos encontrar en la literatura antropológica, hace varios años Jonathan Ogas (entonces un estudiante de posgrado) y yo contactamos a varios antropólogos que habían vivido entre cazadores-recolectores y les pedimos que respondieran a un cuestionario escrito sobre sus observaciones de las vidas de los niños. Nueve de estos estudiosos respondieron amablemente nuestro cuestionario. Entre ellos, habían estudiado seis culturas diferentes de cazadores-recolectores: tres en África, una es Malasia, una en Filipinas y una en Nueva Guinea.

Lo que aprendí de mi lectura y de nuestro cuestionario fue sorprendente por la consistencia de la cultura. Aquí resumiré cuatro conclusiones, que creo que son las más relevantes para el tema de la autoeducación. Debido a que me gustaría que imaginara estas prácticas ocurriendo ahora, usaré el tiempo presente para describirlas, aunque las prácticas y las culturas han sido destruidas en gran parte en los últimos años por intrusiones del mundo más “desarrollado” que las rodea.

  1. Los niños cazadores-recolectores deben aprender mucho para convertirse en adultos exitosos.

Sería un error pensar que la educación no es un gran problema para los cazadores-recolectores porque no tienen que aprender mucho. De hecho, tienen que aprender muchísimo.

Para convertirse en cazadores eficaces, los niños deben aprender los hábitos de las doscientas o trescientas especies diferentes de mamíferos y aves que caza la banda; debe saber cómo rastrear a los animales usando las más mínimas pistas; debe ser capaz de elaborar perfectamente las herramientas de caza, como arcos y flechas, cerbatanas y dardos, trampas o redes; y debe ser extraordinariamente hábil en el uso de esas herramientas.

Para convertirse en recolectoras eficaces, las niñas deben aprender cuáles, de las innumerables variedades de raíces, tubérculos, nueces, semillas, frutas y verduras de su área son comestibles y nutritivas, cuándo y dónde encontrarlas, cómo cavarlas (en el caso de raíces y tubérculos), cómo extraer las porciones comestibles de manera eficiente (en el caso de granos, nueces y ciertas fibras vegetales) y en algunos casos cómo procesarlas para hacerlas comestibles y aumentar su valor nutricional. Estas habilidades incluyen habilidades físicas, perfeccionadas por años de práctica, así como la capacidad de recordar, usar, agregar y modificar una enorme reserva de conocimiento verbal culturalmente compartido sobre los alimentos.

Además los niños cazadores-recolectores deben aprender a navegar por su enorme territorio de alimentación, construir chozas, hacer fogatas, cocinar, defenderse de los depredadores, predecir los cambios climáticos, tratar heridas y enfermedades, ayudar en los partos, cuidar a los bebés, mantener la armonía dentro de su grupo, negociar con grupos vecinos, cuentan historias, hacen música y participan en diversos bailes y rituales de su cultura. Dado que hay poca especialización más allá de los hombres como cazadores y las mujeres como recolectoras, cada persona debe adquirir una gran fracción del conocimiento y las habilidades totales de la cultura.

2. Los niños aprenden todo esto sin que se les enseñe. 

Aunque los niños cazadores-recolectores deben aprender mucho, no tienen nada como la escuela. Los adultos no establecen un plan de estudios, ni intentan motivar a los niños para que aprendan, ni dan lecciones, ni monitorean el progreso de los niños. Cuando se les pregunta cómo aprenden los niños todo lo que necesitan saber, los adultos cazadores-recolectores responden invariablemente con palabras que significan esencialmente: Se educan a sí mismos a través de sus observaciones, juego y exploración”. De vez en cuando un adulto puede ofrecer un consejo o mostrar cómo hacer algo mejor, cómo dar forma a la punta de una flecha, pero esa ayuda solo se le brinda al niño cuando este lo desea claramente. Los adultos no deben iniciar, dirigir o interferir las actividades de los niños. Los adultos no muestran ninguna evidencia de preocupación por la educación de sus hijos; milenios de experiencia les han demostrado que los niños son expertos en educarse a sí mismos (1). 

3. Los niños tienen una enorme cantidad de tiempo para jugar y explorar.

En respuesta a nuestra pregunta sobre cuánto tiempo tienen los niños para jugar, los antropólogos que encuestamos fueron unánimes al indicar que los niños cazadores-recolectores que observaron eran libres de jugar la mayor parte del día, si no todo el día, todos los días. Las repuestas típicas son las siguientes:

“Los niños (Batek) eran libres de jugar casi todo el tiempo; nadie esperaba que los niños hicieran un trabajo serio hasta el final de la adolescencia”. (Karen Endicott).

“Tanto las niñas como los niños (entre los Nharo) tenían casi todo el día todos los días libre para jugar”. (Alan Barnard).

Los niños (Efé) eran libres para jugar casi todo el tiempo hasta los 15-17 años; para las niñas la mayor parte del día, entre algunos recados y un poco de cuidado de niños, se pasaba jugando”. (Robert Bailey).

Los niños (!Kung) jugaban desde el amanecer hasta el anochecer”. (Nancy Howell).

La libertad de la que disfruta los niños cazadores-recolectores para perseguir sus propios intereses proviene en parte del entendimiento de los adultos de que tales actividades son el camino más seguro hacia la educación. También proviene del espíritu general de igualitarismo y autonomía personal que impregna las culturas de los cazadores-recolectores y se aplica tanto a los niños como a los adultos (2). Los adultos cazadores-recolectores ven a los niños como individuos completes con derechos comparables a los de los adultos. Su suposición es que los niños, por sí mismos, comenzarán a contribuir a la economía de la tribu cuando estén preparados para ellos desde el punto de vista de su desarrollo. No es necesario obligar a los niños, ni a nadie, a hacer lo que no quieren hacer. ¡Es notable pensar que nuestros instintos para aprender y contribuir a la comunidad evolucionaron en un mundo en el que se confiaba en nuestros instintos!

4. Los niños observan las actividades de los adultos e incorporan esas actividades a sus juegos.

Los niños cazadores-recolectores nunca están aislados de las actividades de los adultos. Observan directamente todo lo que ocurre alrededor de ellos: los preparativos para la mudanza, la construcción de cabañas, la fabricación y reparación de herramientas y otros artefactos, la preparación de los alimentos, el cuidado de los bebés, las precauciones tomadas contra depredadores y enfermedades, los chismes, las discusiones y la política, los bailes y las fiestas. A veces acompañan a los adultos en viajes de recolección de alimentos, y alrededor de los 10 años los niños a veces acompañan a los hombres en viajes de caza.

Los niños no solo observan estas actividades, sino que también las incorporan a su juego, y a través de ese juego se vuelven hábiles en esas actividades. A medida que crecen su juego se convierte gradualmente en algo real. No hay una división tajante entre la participación lúdica y la participación real en las actividades valoradas del grupo.

Por ejemplo, los niños que un día están cazando mariposas juguetonamente con sus pequeños arcos y flechas, al día siguiente cazan juguetonamente pequeños mamíferos y traen algunos a casa para comer, y un día después se unen a los hombres en viajes de caza reales todavía en el espíritu del juego. Como otro ejemplo, tanto los niños como las niñas suelen construir cabañas de juego, siguiendo el modelo de las cabañas reales que construyen sus padres. En su respuesta a nuestro cuestionario Nancy Howell señaló que los niños !Kung comúnmente construyen una aldea entera de chozas de juego a unos cientos de metros de la aldea real. La aldea de juegos se convierte entonces en un patio de recreo en donde representan muchos de los tipos de escenas que observan entre los adultos.

Los que respondieron a nuestra encuesta también se refirieron a muchos ejemplos de actividades valiosas para adultos que fueron emuladas regularmente por los niños en el juego. Desenterrar raíces, pescar, ahumar puerco espines de los agujeros, cocinar, cuidar a los bebés, trepar a los árboles, construir escaleras, usar cuchillos y otras herramientas, transportar cargas pesadas, construir balsas, hacer fogatas, defenderse de los ataques de los depredadores, imitar a los animales (un medio para identificar a los animales y aprender sus hábitos), hacer música, bailar, contar historias y discutir, fueron todos mencionados por uno o más encuestados. Debido a que todo este juego ocurre en un ambiente de edades mixtas, los niños más pequeños aprenden constantemente de los mayores.

Nadie tiene que decirles o animar a los niños a hacer todo esto. Lo hacen con naturalidad porque, como los niños de todas partes, no hay nada que deseen más que crecer y ser como los adultos exitosos que ven a su alrededor. El deseo de crecer es un motivo poderoso que se combina con los impulsos de jugar y explorar y asegura que los niños, si se les da la oportunidad, practiquen sin cesar las habilidades que necesitan desarrollar para convertirse en adultos eficaces.  

¿Qué relevancia podrían tener estas observaciones para la educación en nuestra cultura?

Nuestra cultura, por supuesto, es muy diferente a las culturas de cazadores-recolectores. Bien podría dudar de que las lecciones sobre educación que aprendemos de los cazadores-recolectores puedan aplicarse efectivamente en nuestra cultura actual. Para empezar los cazadores-recolectores no saben leer, escribir ni aritmética; tal vez los medios de aprendizaje naturales y automotivados no funciones para aprender las 3 R´s. En nuestra cultura, a diferencia de las culturas de cazadores-recolectores, existen innumerables formas diferentes de ganarse la vida, innumerables conjuntos de habilidades y conocimientos que los niños pueden adquirir, y es imposible para los niños en su vida diaria observar de los adultos todas esas habilidades de los adultos directamente. En nuestra cultura, a diferencia de las culturas de cazadores-recolectores, los niños están en gran parte segregados del mundo laboral de los adultos, lo que reduce sus oportunidades de ver lo que hacen los adultos e incorporar esas actividades en su juego.

Sin embargo, en el próximo artículo, voy a argumentar que los mismos medios naturales de aprendizaje que funcionan tan bien para los cazadores-recolectores  de hecho funciona igualmente bien para nuestros hijos, cuando proporcionamos un entorno educativo que permite que esos medios funcionen. Mi próxima entrega será sobre una escuela en Framingham, Massachusetts, donde, los últimos 40 años, los niños y los adolescentes se han estado educando con un éxito extraordinario a través de su juego autodirigido y exploración.

Manténganse al tanto.

Actualización. Para más información sobre la educación de cazadores recolectores, vea: La naturaleza humana de la enseñanza II: ¿Qué podemos aprender de los cazadores recolectores? https://www.psychologytoday.com/us/blog/freedom-learn/201105/human-nature-teaching-ii-how-hunter-gatherers-taught

Notas:

  1. Ver, por ejemplo, Y. Gosso et al. (2005), “Jugar en sociedades de cazadores recolectores”. En A.D. Pellegrini y P.K. Smith (Eds.), La naturaleza del juego: grandes simios y humanos. Nueva York: Guilford.
  2. Ver, por ejemplo, S. Kent (1996), “La diversidad cultural entre los recolectores africanos: causas e implicaciones”. En S. Kent (Ed.), Diversidad cultural entre los recolectores del siglo XX: una perspectiva africana. Cambridge, Inglaterra: Cambridge University Press.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *