Los niños están diseñados por naturaleza a educarse a sí mismos

Traducido por Varignia Montalbetti, con la autorización de Peter Gray Ph.D.

Artículo original en: https://www.psychologytoday.com/us/blog/freedom-learn/200807/children-educate-themselves-i-outline-evidence

Como adultos, tenemos ciertas responsabilidades hacia nuestros niños y los niños del mundo. Es nuestra responsabilidad crear ambientes seguros, que promuevan la salud y respetuosos, en los que los niños puedan desarrollarse. Es nuestra responsabilidad asegurarnos de que los niños tengan los alimentos adecuados, aire fresco, lugares no tóxicos para jugar y muchas oportunidades para interactuar libremente con otras personas de todas las edades. Es nuestra responsabilidad ser modelos de decencia humana.

Cuando digo que la educación es responsabilidad de los niños y que están diseñados por naturaleza para asumir esa responsabilidad, no espero que tomen esa afirmación por fe. Vivimos en un mundo en el que esa afirmación no es la verdad evidente que alguna vez fue. Vivimos en un mundo en el que casi todos los niños y adolescentes son enviados a la escuela, comenzando a edades cada vez más tempranas y terminando a edades cada vez mayores, y en el que «escuela» tiene un cierto significado estándar. Medimos la educación en términos de calificaciones y éxito en el avance a través del sistema escolar pasando de un nivel al siguiente.

Pero una cosa de la que NO tenemos que preocuparnos es sobre cómo educar a los niños.

No tenemos que preocuparnos del currículum, de las planificaciones de clases, de motivar a los niños a aprender, de evaluarlos, y todo lo demás que viene bajo la rúbrica de la pedagogía. Dirijamos esa energía, en cambio, hacia crear buenos ambientes en donde los niños puedan jugar. La educación de los niños es responsabilidad de los niños, no nuestra. Sólo ellos pueden hacerlo. Están hechos para hacerlo. Nuestra tarea con respecto a la educación es simplemente dar un paso atrás y dejar que suceda. Mientras más intentamos controlarla, más interferimos.

Entonces, naturalmente, casi automáticamente llegamos a pensar en la educación como algo que hacen especialistas entrenados en el arte y la ciencia de la pedagogía en las escuelas, quienes saben cómo poner a prueba a los niños para convertir su potencial en un producto educado.
Por lo tanto, tomo como mi tarea presentar evidencia para respaldar mi afirmación. Las evidencias más directas provienen de entornos en los que podemos ver a los niños educándose a sí mismos sin nada parecido a lo que consideramos escolarización. Aquí hay tres escenarios de este tipo, que detallaré en las próximas tres publicaciones de blog.

  1. Los niños en las culturas cazadoras-recolectoras se transforman en adultos exitosos sin nada parecido a la escuela.
    Durante la mayor parte de la existencia humana, vivimos en tribus nómades relativamente pequeñas. Nuestra naturaleza humana básica – incluyendo nuestra alegría, curiosidad, y todas nuestras adaptaciones biológicas para aprender – evolucionó en el contexto de esa forma de vida. Algunos grupos de cazadores-recolectores se las arreglaron para sobrevivir, con sus culturas intactas, hasta tiempos recientes.
    Los antropólogos que han estudiado estos grupos – en África, Asia, Nueva Zelanda, Sudamérica y otros lugares – han encontrado una consistencia notable entre ellos en sus actitudes hacia los niños. En todas estas culturas, los niños y adolescentes pueden jugar y seguir sus propios intereses, sin la interferencia de los adultos, esencialmente desde el amanecer hasta el anochecer todos los días.
    La creencia de estos pueblos, confirmada por milenios de experiencia, es que los niños y jóvenes se educan a sí mismos a través del juego y la exploración y luego, cuando están listos para hacerlo, naturalmente comienzan a usar todo lo que han aprendido para propósitos que benefician a todo el grupo. A través de sus propios esfuerzos, los niños cazadores-recolectores adquieren el enorme conjunto de habilidades y conocimiento que necesitan para convertirse en adultos exitosos en sus culturas.
  2. Los niños en ciertas “escuelas-no escolarizadas” en nuestra cultura, se convierten en adultos exitosos sin nada parecido a una educación convencional.
    He sido, por muchos años, un observador de niños y adolescentes en la escuela Sudbury Valley en Framingham, Massachusetts. La escuela fue fundada hace 40 años por personas cuyas creencias sobre la educación son notablemente similares a las de los cazadores-recolectores.
    Esta escuela es para personas desde los cuatro años hasta la secundaria, y no es nada parecida a una escuela típica. Es un ambiente democrático en el que los niños realmente tienen igual poder que los adultos y en la que los estudiantes aprenden completamente a través de sus actividades autodirigidas. Es, esencialmente, un lugar seguro en el que niños y jóvenes pueden jugar, explorar, tomar responsabilidades e interactuar libremente con otras personas de todas las edades.
    No hay exámenes, no hay estrellas doradas ni ese tipo de recompensas, no hay aprobación o reprobación, no hay cursos o trabajos obligatorios, no hay coerción ni persuasión para que los niños aprendan, y no hay expectativas de que el personal es responsable por el aprendizaje de los niños.
    Por ahora, muchos cientos de personas jóvenes se han educado a sí mismos en este ambiente. Y, no, no se convierten en cazadores-recolectores. Se convierten en artesanos, artistas, chefs, médicos, ingenieros, emprendedores, abogados, músicos, científicos, trabajadores sociales y programadores. Se pueden encontrar en todas las gamas de carreras que valoramos en nuestra cultura.
    En mis próximas tres publicaciones semanales, desarrollaré, una por una, estas tres fuentes de evidencia sobre las capacidades de los jóvenes para la autoeducación.
  3. Una gran parte de la educación de los niños ocurre antes de que comiencen la escuela.
    La evidencia más obvia de la capacidad de autoeducación de los niños, disponible para cualquiera que tenga sus ojos abiertos, viene de observar niños en sus primeros cuatro o cinco años de vida, antes de que alguien haga un intento sistemático por enseñarles algo.
    Piensen en todo lo que aprenden en ese período. Aprenden a caminar, a correr, saltar, trepar. Aprenden sobre las propiedades físicas y cómo manipular todos los objetos que están a su alcance. Aprenden su lengua materna, lo que de seguro es una de las tareas cognitivamente más complejas que cualquier ser humano puede dominar. Aprenden sobre la psicología básica de otras personas – cómo complacer a otros, cómo molestarlos, cómo conseguir lo que necesitan o quieren de otros.
    Y esto no lo aprenden a través de lecciones que les brindan otras personas, sino que a través de su propio juego libre, de su curiosidad insaciable y de su observación natural del comportamiento de otras personas. No podemos evitar que aprendan todo esto y mucho más, a menos que los dejemos encerrados solos en armarios.

Ahora, responda a continuación con sus propios comentarios, argumentos y experiencias. Tus pensamientos ayudarán a formar mis próximas publicaciones y contribuirán al diálogo que tanto necesitamos si vamos a hacer algo que afecte la forma en que el mundo piensa sobre la infancia y el aprendizaje. Si crees que este diálogo vale la pena, comparte esta publicación con otros.

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